La mirada de la mirada

  "Ésa era la ventaja de trabajar solo: si cambiaban las circunstancias, se presentarían nuevas oportunidades." Pág. 50 "-Ni siquiera ahora, en Francia -comentó Monod-, su amigo Romarkin se atreve a admitir que sólo el azar ciego es el responsable de cada contingencia de su vida. En cambio busca una religión que, como el marxismo, le asegure que el destino del hombre está escrito en la trama capital de la vida. Mientras tanto, seguro de que existe un esquema vital ordenado y predeterminado, Romarkin pasa por alto el dramatismo de cada circunstancia singular de su propia existencia. Sin embargo, para aceptar una noción de destino, tanto le daría creer en la astrología, o en la quiromancia, o en las novelas de ínfima categoría, todas las cuales dan a entender que el futuro de cada cual ya está prefijado y que sólo hace falta vivirlo." Pág. 116

"Si quieren que les diga la verdad, para empezar no me gusta mucho el teatro. Lo prefiero al cine, desde luego, pero tampoco me vuelve loco. Los actores me revientan. Nunca actúan como gente de verdad, aunque ellos se creen que sí. Los buenos a veces parecen un poco personas reales, pero nunca lo pasa uno bien del todo mirándoles. En cuanto un actor es bueno, en seguida se le nota que lo sabe y eso lo estropea todo."  Pág.129 "No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo."  Pág. 226