jueves, 21 de septiembre de 2017

Fragmentos del libro "Olivia Peralta. Mi vida con José Revueltas” de los escritores Andrea Revueltas y Philippe Cheron



"¡Cómo no íbamos a desbordarnos de entusiasmo si las propias autoridades aplaudían nuestros proyectos! Sentíamos que sólo nos estaban esperando para que el mundo fuera nuestro y nuestra misión era forjar la patria. 
Y en ésta pensamos que lo mejor sería enseñar a leer a los obreros y trabajadores, quienes por necesidad de ganarse la vida no habían acudido a la escuela. Fue así como nos lanzamos a crear escuelas nocturnas para trabajadores. Entonces la SEP estaba atenta y aceptaba cuanta iniciativa presentáramos."
Pág. 17



"Como desde niño le gustó dar libre curso a su imaginación me contaba que, cierta vez, bajo la regadera de los baños de la escuela, después de haber ejecutado sus ejercicios físicos, se sentía extraño porque algo pesado le oprimía la cabeza. Pero él seguía pensando, pensando bajo la ducha. No fue sino hasta cuando salió que se dio cuenta que no se había quitado la gorra para bañarse. Así de entregado era a sus ensoñaciones."
Pág. 32



Andrea Revueltas Peralta


"Un día advirtió que el comal donde ellos cocían las tortillas estaba recargado sobre una tosca piedra en la que se veía esculpida una calavera. "¡Dios santo, este pinche pueblo mío -exclamó con ternura-, aún con vestigios prehispánicos!" Ya no quitó de su mente la idea: tenía que conseguir la escultura. Cuando al fin lo logramos fue para regalársela a Diego Rivera, quien años más tarde la colocaría en su Anahuacalli, donde luce en toda su bella forma."
Pág. 37



"En eso estaba cuando llegó Silvestre bastante "mal", pero siempre tan tierno y cariñoso. [...] Tratando de no herirlo, le indiqué: "Este... sabe, es preferible que pase por aquí, porque está dejando huellas de pintura". "¿Quién no deja huellas en la vida? -me contestó-, en la vida hay que dejar siempre huellas. No somos cualquier cosa: que se sienta nuestro paso por el mundo". Me dejó completamente desconcertada. Me angustiaba verlo echar a perder mi trabajo, y él tornaba la cosa filosófica: que sus huellas se quedaran, no se borraran."
Pág. 38-39. 



"En el trato con la gente José era un fracaso, no se daba cuenta de los engaños, era ingenuo, todo el mundo le tomaba el pelo. Se entusiasmaba al conocer a una persona; más tarde su gran penetración le permitía situarla y percibir sus defectos y miserias, pero siempre encontraba una disculpa y echaba un velo sobre ellos. No le gustaba hablar mal de nadie, prefería que lo tomaran por tonto; aunque por otra parte su agudeza le permitía captar con gran facilidad el lado cómico de la gente y de las situaciones, y así como era capaz de reírse de sí mismo, a veces le salía involuntariamente un chiste que podía herir la susceptibilidad de la gente."
Pág. 64-65



Mi vida con José Revueltas




"...cuando se quiere, se quiere como es y ya." 
Pág. 107



""Cómo pueden decir que el dolor lo dignifica a uno, si a mí me llena de indignación y me violenta", había pensado yo antes. Pero es que entonces estaba lejos de saber del dolor verdadero, el dolor que seca los ojos y deja nuestras manos vacías e inútiles a pesar de haberlas lanzado con angustia a todas direcciones."
Pág. 107



"Sin duda habría terminado como las esposas de nuestro mundo intelectual: vacías, incultas, presumidas, llenas de dinero, comprando sin ton ni son, gordas e interesadas."
Pág. 107



"Creí que existía lo malo y lo bueno, nunca imaginé que dentro de un mismo ser podría caber en estrecha amalgama tanto lo malo como lo bueno, y nuestro problema es adiestrarnos en la difícil habilidad de reconocer de qué momento se trata. ¡Cuánto sufrimiento me costó la lección!"
Pág. 117 



"Siempre, hasta el fin, percibí sus mensajes lejanos. Eran tan poderosos, que los captaba aunque me opusiera, sobre todo a la hora de su muerte."
Pág. 132